Hollywood superdotado
invoca en numerosas películas una escena que siempre quise poner a
prueba: en la pared una veintena de televisores encendidos con programas
distintos, y un único espectador, el genio, que entiende todo lo que
está pasando.
Puede ser un niño superdotado, o el extra-terrestre de una civilización
avanzada, pero es la televisión el gran maestro que ilustra nuestra
cultura. Bueno, es Hollywood.
La primera vez que pude acercarme al mito fue una vez que andaba
buscando un televisor. En el salón de ventas, cinco estantes con
televisores del mismo tamaño pero distinta marca. Le pedí al vendedor
que le pusiera sonido a todos por igual, mientras yo cambiaba los
canales. Incrédulo, obedeció sin decir palabra. Estuve un rato mirando y
señalé uno de los televisores del medio. "Qué sonido excelente". El
pobre hombre estaba atónito.
El sonido responde a las leyes de la física, y separar los sonidos de
treinta televisores es una tarea vana: chocan entre sí y se deforman en
el aire. El aceitado oido de un director de coro puede distinguir las
voces de todos sus coreutas, pero están cantando, y están cantando lo
mismo. Era tanto el barullo que se empezó a juntar gente, que azorada no
podía dar crédito a la escena.
Hace poco hice la prueba mirando muchos videos de YouTube en simultáneo.
La pesadilla es peor porque el sonido se procesa en los mismos
parlantes. Pero pude mejorar la escena para que se vea mucho más
inteligente: todos los programas están sin sonido, de fondo: La
Traviata, y con cara de nada el protagonista hace zapping con todos los
televisores al mismo tiempo, cada tres segundos en un patrón irregular.
Todavía estoy tratando de imaginar cómo hacer un buen control remoto
para esa pared, porque algún día voy a repetir el examen.
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